jueves, 11 de abril de 2013

La soledad de Ferrufino


La soledad de Ferrufino
Jaime Porcell
Investigador político
Coach político




Primarias y sus versiones
Cualquier primaria “de verdad” termina con dos bandos, ganadores y perdedores. El triunfo provoca ríos de tinta que rozan  ficción y  culto a la personalidad.

Este investigador y psicólogo encuentra en  el olvidado dolor de la derrota, material mucho más denso y apasionante.  Y en política - única ley inevitable- antes de ganar, primero uno cae. En el CD, Guillermo Ferrufino interpreta un drama humano multicolor, pleno de los matices del ímpetu, pasión desbocada y delirio.

Las encuestas insistieron en calificarlo como el ministro mejor evaluado. Lo colocan bajo los reflectores. Por dos años, asumió el rol de candidato oficial. Allí levantó una intención de voto que triplica al mejor de los actuales aspirantes. Entonces, lo proponían como  el “activo más valioso del partido”. Solo para luego soltarlo a la deriva y sin copiloto en mares de corrientes contrapuestas.

¿Por qué el candidato da traspiés en cada esquina? ¿Tendrá algo que ver con una presión impetuosa por llenar la soledad del galán de la película oficial a presidente, quien devaluó a un papel secundario de aspirante a la alcaldía? Y la más difícil de responder ¿será capaz un rosario de pifias de reforzar en el elector aquel sentido de protección paternal que despierta un candidato de plante bondadoso?

Declinación estilo suicida
En febrero 2013, consulta con dos ministros amigos. Un  ligero detalle, entonces ambos aspirantes.  Además, comunicaban una orden. El “activo más valioso”, Guillermo Ferrufino, declina.

Quedó en evidencia la necesidad de coach político que ponga aire bajo sus alas como para sostener aspiración a un rol ambicionado por muchos.

Ferrufino alcalde ungido
Éste deja entrever que sale del almuerzo amical deprimido. Declara  “todavía me falta, necesito aprender”. Luego de aceptar inmadurez, el chorrerano anuncia intención de ir por la alcaldía capitalina – cuyo apoyo seguro prometieron a cambio declinar.

Por supuesto, las redes explotaron. Insinuaron retirada estratégica de uno que no ascendía del tercer lugar en intención de voto.

Los participantes virtuales echaron a volar sospechas de “maquinación por una poderosa mano” que depuso al otro. Cogen fuerza. En el cumpleaños de Ferrufino, el mandatario sacude la neutralidad en la contienda interna alcaldicia. Y cumple su parte del compromiso: “Este es mi amigo, hermano  y futuro alcalde” declara a los cuatro vientos.

Estos inculpados por la opinión virtual, entre ellos, el propio  ministro, escogieron no responder. Esperaron ver morir por inanición la idea de “personaje títere”.

Persiste aquella tendencia equivocada de creer que lo que sale del debate es porque se olvida. Como era esperable,  la propuesta terminó memorizada como conclusión. Hoy pervive agazapada en el elector, en espera de ser revivida por opositores, en el momento menos oportuno para el candidato. Ya lo veremos.

Ningún equipo asumió responsabilidad por aquella bajada,  donde un hiperrealista admitió inmadurez e ignorancia. Uno que incluso salpica al propio presidente. Navega solo, escaso de asesoría y coaching.

La prueba ácida del endoso
Para las primarias como alcalde, el magnifico y bisoño prospecto necesita atraer votos de todas las facciones. Sería sano mantener un perfil conservador en al apoyo a una facción. Pero, algo más fuerte que él le impide salir del foco. Apuesta  bolsa y vida al convincente amigo, aunque  no marca primero.

Por su  parte, Rómulo Roux, el mejor valuado de los precandidatos, alcanza apenas una tercera parte de la intención de voto que consiguió el otro.

Por un lado, todavía ningún candidato CD marca mejor. Ninguno dispone ni de cerca, aquel porte dramático, rostro y voz  empáticos de buen tipo. Eso sí, con buena esquina, resultaba un hueso duro. Por eso, y por su salud mental, necesita pasar la página nostálgica de una aspiración que él mismo quiso convencer, dejaba escapar.

El carisma incomprendido
El carisma es un atributo que todo político desea, pero, pocos comprenden. De él sé apenas algo. Cuando un candidato se retira, su elector deriva a uno que se parezca. La opinión del retirado cuenta demasiado poco. A veces, incluso,  es contraproducente. Imposible endosarlo.

Algunos actúan como si ese 15% del caudal que antes apoyó al otro, esperara sentado instrucciones de su supuesto dueño, Ferrufino. Así, un endoso lo haría correr a migrar hacia el candidato señalado. Bajo tan tentadora asunción, el buenazo acepta endosar a José Guillermo Arias.

En 30 años de estudio, quienes intentaron trasladado de un activo de imagen - desde Omar, Endara o Mireya- a tercera persona, solo botaron dinero y esfuerzo. En la campaña 1999, la alcaldesa Mayín intenta derivarla hacia el candidato Alberto Vallarino, para terminar perdiendo también la misma reelección de la comuna capitalina. Ni siquiera el mítico Arnulfo logró que Mireya triunfara en el 94.

Ya observamos rebotes. Luego de intensa exposición  en este período, su liderazgo quedó expuesto a cuestionamientos prematuros. Las redes vuelven y reclaman su intención de utilizar la cuña-endoso como motivo para evitar definir su intención por la Alcaldía y situar residencia en Panamá. Así resguardaría su condición de diputado por Chorrera.

No tarda otra crisis. Aparece mencionado en un confuso incidente pasional, con  todos los ingredientes para alcanzar primeras planas. Raro, nunca aparece más allá que glosas crípticas. La posposición  mediática abre sospechas de que también los medios esperan momento. 

Tan  intensa reacción suele reflejar una psique que, como caldera de vapor,  suelta la enorme presión de fuerzas encontradas.

Ferrufino en su laberinto
En  otra jugada riesgosa, el alcaldicio Ferrufino entrega la noticia de la posible bajada de Giselle, cuyo “objetivo (sería) lograr una candidatura más fuerte”. La noticia tensó a la opinión pública, mientras, despertó esperanzas en la facción “Mimito”. Cierto, Burillo inclinaba la balanza.

Sin embargo, la única mujer pre candidata, desmiente el líbelo. Y sin perder sonrisa, ante un panel de cámaras y micrófonos, repite que al copartidario falta madurar.  

Otra vez fue impelido por aquella necesidad interna de estar en medio  del foco, a montar sobre el filo de la navaja. En su ímpetu, no advierte el riesgo de exponer imagen. Termina desmentido y en una situación vulnerable.

Aquella creencia de que, cuando dejamos de debatirlo, o bien, ponemos otro en la palestra,  el tema se olvida, vuelve y demuestra dominancia. Así, nadie sale a investigar qué tanto daño hizo, qué residuo queda en el elector. Tampoco alguien  explica, y menos disculpa. Todos callan para dejar sobre él la responsabilidad de la metida de pata.

Ningún aspirante que antes no defina y expanda metas, y superar percepción de si mismo, no podrá volar tan alto. No sé si Ferrufino entendió que su magnífico plante de galán sensible resulta insuficiente para resolver múltiples escollos, primero los internos, que ponen en el camino las ambiciones.

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